Ir al contenido principal

La vida real, de oídas escuchada...

Y que va lliegando comadrita, alli a lo lejos lo videamos hablando retejuerte y todos corrieron hacia él. Yo la neta también jui pero ya alli no me dejaron subir porque ni mi alma cabía, eso estaba a reventar a lo gueno. Y pus no, ni sabía pa qué era, solo había escuchado en la corredera que daban 500 pesotes y pos los del partido siempre cumplen. ¿Se acuerda comadre cómo nos dieron nuestra despensa solo por marcar la papeleta de votación? Pos sí cumplen o eso creía. Al día siguiente todos en el barrio estaban enfermos, gripa, dolor de cabeza, moco verde y amarillo, flemas, esas asquerosidades. ¿Y sabe por qué? Esos hijo de la chingada, y nosotros no solo pobres y necesitados sino pendejos... en fin, esos hijos de la chingada los cogieron como conejillas de indias, les "vacunaron" para eso de la influenza, quesque pa ver si servía su medicamento mágico. ¿Y luego qué? Mnaaahhh, nada, se murieron cinco de mi calle, pero las familias con sus quinientos pesotes contrataron cable por dos meses.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Proemio, pinturas de transición

 

E agora José?

A propósito do poema de Carlos Drummond de Andrade José acorda e fica na cama, minutos, sem pensar em nada, horas, com a mente detida num ponto branco, anos que se esgotam exigindo o início, uma segunda oportunidade, para remendar os erros, embora os fios acabaram. Existe a certeza de que esse corpo tem vida pelo movimento quase imperceptível do seu peito. Se não fosse pela fome, sintoma subtil de quem ainda quer andar, seria como um dos imortais de Borges: Seria como aquele inextinguível que fica deitado no chão sem se mover, sem se importar com a chuva, com o frio ou com o calor; como aquele eterno que permanece com um ninho no ventre, com a pele cinzenta, sem falar, tentando esquecer a vida. Só pela exigência do corpo, forte fome, é que se põe de pé, vagarosamente, e volta a caminhar. Na rua, as pessoas olham para ele com pena. Às suas costas o rumo dos homens o trata por perdedor, vencido, e é o que ele é. Antes, há séculos, todas as mulheres o admiravam, gostavam do brilho no...

Martha hacedora de filas

¿Qué sabes tú de mí que he pasado más de 20 años a la espera? Resonaba esa frase neblina de un octubre sin lluvias que carcomía de frío a los huesos expuestos. En medio del parque, solitaria, estaba Martha espera sintiéndose extraña en una ciudad automatizada donde la inmediatez era ya. Y ella sin poder sentirse útil pues su experiencia en 20 años de espera no había sido como la de cualquiera que aprende a vencer su cuerpo al aire y a dejar su mente suspensa... porque ella se especializó en filas. Sí, en esperar en filas. Filas que se organizaban por orden de llegada, por preferencia de sexo o de status, o de gravedad, por gustos o tamaños o edades; filas de uno o de mil a espera de avanzar hacia algo moviéndose con cadencia. Esta peculiaridad la capacitaba para pensar frecuentemente en cómo escapar de ellas, en cómo aprovechar las más cortas o las más rápidas o en cómo no salirse de control y evitar las frustraciones que provocaban. Aprendió también a hacerlas con gusto y ...