Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2011

Memoria 2

El olvidar es necesario para no hacer raíces, para nunca avanzar ni poder construir. Olvidar sirve para no sufrir, o sufrir de más porque no se tiene nada. Uno no pasa por el corazón, apenas si puede mirar al otro como si existiera. Olvidarte para mí es olvidar una parte de mi. Esquecer tu rostro y caricias implica olvidar mi goce. Olvidar es ser incapaz y la más capaz del mundo, pues ningún otro ha realizado lo que yo imagino, el problema es concretar. Olvidar es quedar en sueños.

Memoria 1 ¿Te quedas?

No importa cuánto lea, cada que retomo un libro me parece nuevo. Si me preguntan por alguno, lo niego hasta que alguien señala: -yo la vi leyendo- Mis días son como libros jamás escritos, se me van sin poder asirlos. ¿Y tus besos? Si ya te fuiste, se fueron.

Rumor que se vuelve río

Hay quienes piensan que la sociedad limita al individuo, que lo moldea para adecuarlo a un orden y que sea funcional. En parte es cierto: la lengua, arquitectura, medios de comunicación, cualquier institución, las modas, etc., nos introducen en una estructura donde se pueden pensar sólo lo que se encuentra dentro de los límites, que enmarcan lo existente, lo que sólo podemos ver (Maurice Halbwachs). Tal cual la sociedad contiene, la danza también. Específicamente la clásica ha sido criticada, en comparación a la contemporánea, por su rigidez conceptual. Más allá de eso, al pensarse en cualquiera de las dos disciplinas, uno cree que sólo las comienzan a practicar niñas de menos de 10 años, y que en su mayoría son anoréxicas. Además, en danza clásica hay una tendencia a suponer que existe la discriminación de lo no controlado, de la gordura y fealdad. Así tenemos a la danza clásica como controladora del cuerpo. Siendo clara exige figuras precisas, un estilo de belleza muy def

Morra a opressão!

Da sacristia, no meio duma enorme confusão, saíram o padre Rocha e o padre Almeida. Ao pé da porta deixaram cair um postal. Ela tomou-o, viu nele uma mulher de peitos como os seus, redondos, grandes, soltos, era “A Portuguesa”. Mas, por que teriam os padres esse postal? Entrou na sacristia à procura do padre Semedo, olhou em todas as direções, o lugar parecia vazio. Encontrou ao padre Semedo no chão, já sem ar. Fechou a porta. Aproximou-se do corpo e fixou os seus olhos nos olhos do padre, morto, sem nenhum movimento. Ficou gelada por três segundos ou por uma eternidade. Lembrou-se do discurso do padre: - A República só quer afastá-los de Deus! E quase o queria. - A República é uma serpente! E era efetivamente, para o padre e para o povo, como a serpente que queria que o homem comesse da árvore do conhecimento. Lembrou-se do rosto do padre de cão a ladrar, e ao mesmo tempo ouvia as ruas, ouvia o eco de Paris: - Liberdade, Igualdade, Fraternidade! Mas este