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Mostrando entradas de octubre, 2011

Abrir las piernas

Me pidió que escuchara con cuidado, que estaba equivocada. Error: abrir las piernas y cerrar el corazón. Doble error: abrir el corazón y cerrar las piernas. El peor error: no abrir nada. Y ahí, entre el día frío y deslumbrante, y la noche llena de canciones de Chavela Vargas, entre metro bellas artes y metro universidad, entre proyectos inacabados y frustraciones que depositar: saliendo con imposibles, con quienes tenían pareja, eran muy jóvenes, eran vírgenes, adictos al alcohol o al trabajo, no tenían dinero, se encontraban a miles de kilómetros de distancia o simplemente no les interesaba más que para pasar el rato. Imposibles para mi, para pensarlos a futuro, para abrirme. Sin sexo no tenía tantos problemas, generalmente me bastaba mi imaginación, mi mano y ahora, más frecuentemente mi consolador morado. Y más que el amor, caray! extrañaba tener olores cerca, olores de cariño, de esos que llenan el cuerpo con una sensación de bienestar vibrante. Extrañaba los abrazos y la intimidad

Chingaderas

Las chingaderas se distribuyen en México al por mayor, de manera gratuita o con algún costo incluido. Te llegan a tu casa o las puedes recibir en la calle. Generalmente se reparte entre la clase media y clase baja pero sus efectos llegan a la alta, aunque esta no las quiera enunciar. Es más, como palabra es de México pero, como significados que flotan en los pensamientos, es del mundo. Es decir, en todos lados hay chingaderas. Una chingadera tiene varias acepciones que se pueden fácilmente ubicar dependiendo el contexto. A dos de sus significados me quiero referir, a chingadera como algo de poco valor y como algún suceso muy negativo. El poco valor de las chingaderas Decir que una chinería es una chingadera suele considerarse redundancia o hipérbole, pero nos ayudará para comprender. Muchos de los producto que se venden en México provienen de China, pero hay unos en específico que son chingaderas, los que nos topamos en la calle, en puesto de "todo al mismo precio" cuyo mismo

Te regalo un sueño, un cielo, y un poco de mí

Te regalo un sueño directo del otro lado del mar Cargado de sales y sudores mexicanos De chiles de árbol y chinas poblanas, De adelitas y pajaritos norteños, Con ideales de cambio sin retorno, Para no arrepentirnos de vivir en errores. Te regalo un pedazo del cielo que miro, Una noche en mi azotea con vino incluido, Unas mañanitas a las 6 de la tarde cantadas por la Torre Latinoamericana, Y unas ganas de bailar desnuda en la cúpula de la Iglesia más cercana. Te regalo gente que te mira y te mienta la madre sin razón, Gente que te abraza en la calle gratuitamente, Gente harta sin respuestas, Gente alegre que exhala música y violencia. Gente con brillo en los ojos, que te mira. Te envío esos perfumes sabor vainilla Y las calles rojas de pueblos que cultivan jamaica, Te regalo lo que crees que conoces, Lo que ni yo sé abarcar.