Pero dígame usted,
¿cómo mantener una sonrisa en el alma
al ver una flor hermosa
si esa flor le recuerda a uno
ese lugar destruido del cual uno proviene?
Siempre que a uno se le nota la tristeza alguien se le acerca para ofrecerle un abrazo, un chocolate, una sonrisa, o cualquier artimaña para sacarlo de tal estado. Uno, en esta sociedad, no puede ser triste a gusto, si, ser y no estar porque pareciera que no se entiende a la tristeza mas que como un estado casi ineludible pero siempre superable: hay que ser feliz. Sin la búsqueda obligada de la felicidad uno se vuelve el rarito, el necesitado de cariño, el incapaz de disfrutar la vida, ese inadaptado al que siempre le convendrá dedicarse a la escritura, pintura o música.
Por eso, cada que me preguntan si estoy triste, si tengo "algo", me viene a la mente mi origen. Cómo no ser si desaparecieron mi ciudad, me obligaron a hablar en otro idioma, restringieron mis derechos, y trataron de borrar mi identidad, atreviéndose a enseñar en sus escuelas que no hay nosotros, que el territorio ya estaba desierto, y que somos una especie de fantasmas que nos negamos a aceptar nuestra inexistencia. Ellos tienen el dinero y el fanatismo religioso, y nosotros la resistencia a no ser.
Tal vez la tristeza es rechazada porque este mundo va rápido y ella lleva un ritmo pausado, a destiempo. Y si esta sociedad se trata de producir y consumir constante y velozmente, de ser funcional para trabajar y para comprar, la tristeza es bombardeada con drogas para someterla y eliminarla de nuestro ser.
La tristeza siente la calma del instante en que nos sabemos vivos, aunque puede que no reconocidos. Y la tristeza no escinde la rabia y la lucha, no es una emoción pasiva, no te paraliza la mente y el cerebro para lo que queda fuera del binomio producción/consumo.
Yo triste imagino mucho, suspiro profundamente e inhalo deseo caliente con dejos de sabor vainilla.
¿Cómo es que a veces te sitúas en mi mente, interpretas mis pensamientos y de alguna manera los materializas?
ResponderEliminarMiento, no lo haces, pero te acercas.
Hace días alguien se atrevió a decirme "sé feliz" sin darse cuenta de que feliz siempre he sido; la felicidad para mí no es un estado transitorio, sino permanente. Nuestra vida ha sido bombardeada - no podría decir bien desde cuándo, porque es completamente atemporal- con la idea de que la felicidad es un algo que debe buscarse, que es una meta, una razón de existir, una razón de 'ser'. ¿Y si no la buscamos y sólo la somos? ¿Que pasaría si nuestros yos se revelaran contra esa búsqueda y decidieran simplemente existir y hacer de esa existencia una felicidad?
La tristeza, en cambio, sí puede ser transitoria, porque a pesar de ella, seguimos existiendo. Un día llega a nuestro cuerpo, nos llena, nos invade y eventualmente se va. Sólo se queda si la dejamos enraizar como esos miedos que no tienen destino; es algo a lo que huimos porque nos han enseñado que eso debemos hacer, porque no sabemos cuándo se marchará y, principalmente, porque no sabemos sentirla. Porque sentir es ser y ser es existir.
Y a mí con mi existencia me basta para ser feliz.
Yo triste
ResponderEliminarYo triste o como dice Gala, Tantriste, o como se figura la larga estela, volante, silla voladora, gato, velociraptor, en una condena, en esta prisión que es desierto, donde antes hubo montañas como las elevaciones de dicha aurora y estrellas, estrellas que confirman que hay constelaciones tan rotundas como las horas en que los fantasmas llegan y escriben epitafios: Luego, letras con con carbón, y los dedos que perforan la arena de la playa para suscribir antiguas sentencias como esa donde se menciona que no somos más que sonidos quedos en el confín del universo. Alguien, notas, instrumentos, viento. Alguien rueda, palanca y polea (incluso fuego). Yo triste es el título de una entrada en un blog, donde el yo triste suena tan lugarcomún, como cucaracha, llanta, tienda de bisutería barata, que da pena. Como dice Gala, las maracas, el bongó, la situación realista de dos cuerpos que menean al mundo, con su paso y su vuelta, y suétala compadre, pa que baile y rebaile, y su talle (de ella) sea uno con mi abrazo, y su vuelta vuelta vuelta me dé en ochenta días un globo a lo julioverne. Yo triste, qué bailen las calaveras.