Ir al contenido principal

Martha desdibujada y José lápiz



Martha soñó cinco años y fue monstruo y femme fatale y niña asustada que corría detrás de su padre para protegerse de sus gnomos hermanastros.
Despertó desdibujada, sin norte ni sur ni palacios de cristal en una isla con casas arena y viento martilleante. Despertó dopada, con cuerpo dolor y una resaca brutal. Despertó por una bofetada del mar queriéndola hacer reaccionar pero se quedó en la inmensidad sin comprender la nueva vigilia.
El hambre, el sol, el frío, y el sueño intentaron moverla, pero cuando no hay sensación de vacío y simplemente hay falta de significado, poco se puede hacer. Apenas si viró el cuerpo, abrió la boca, se cubrió con la mano, cerró los ojos, y dejó la vida pasar unos días, y por unos días quiero decir eternidades.
En ese transcurrir del tiempo, carente de emoción, mirando las estrellas, sus ojos se hicieron agua y destilaron océanos que inundaron otros mundos en la oscuridad, cuando nada la podía observar. En la lobreguez sintió la incapacidad de ser un ser y se volvió piedra.
Martha desdibujada quedó transfigurada a conveniencia del entorno que a cada capricho provocaba una percepción distinta. Y por capricho también, pero del destino, un grafito golpeó su ojo y la hizo parpadear al atravesar las duras costras.
José lápiz se quedó en su regazo, ¿ella se volverá a bosquejar?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Proemio, pinturas de transición

 

José monólogo

Labios higos con dulce de leche, labios chocolate derretido, labios azucena y miel, tan públicos, tan públicos y poco míos. Y esos ojos con ausencia de mí, tan almendra negra que vela a las almas tristes. Mi cuerpo extraña tu abrazo, ese contacto suave y firme de suspiros profundos. La cobardía me cubre casi en la totalidad, solo mis dedos, que escriben este texto, han quedado desprotegidos y se sublevan, pero qué pueden hacer esos pequeños frágiles que se entumen todas las mañanas. Te hubiese gustado estar aquí, la nostalgia bajó hoy por las montañas en forma de neblina y nos cubrió a todos. No alcanzo a ver nada a mi paso, solo luces borrosas en una calle trémula e indiferente. Me imagino que hoy es luna llena y tú no la verás, preferirás quedarte en casa porque escuchaste que en noches de luna llena la bestia se apodera de todos y los índices de crímenes y accidentes aumentan. Te gusta creer tonterías y entonces no estarás caminando bajo la misma luna por la que apenas si a...

Martha hacedora de filas

¿Qué sabes tú de mí que he pasado más de 20 años a la espera? Resonaba esa frase neblina de un octubre sin lluvias que carcomía de frío a los huesos expuestos. En medio del parque, solitaria, estaba Martha espera sintiéndose extraña en una ciudad automatizada donde la inmediatez era ya. Y ella sin poder sentirse útil pues su experiencia en 20 años de espera no había sido como la de cualquiera que aprende a vencer su cuerpo al aire y a dejar su mente suspensa... porque ella se especializó en filas. Sí, en esperar en filas. Filas que se organizaban por orden de llegada, por preferencia de sexo o de status, o de gravedad, por gustos o tamaños o edades; filas de uno o de mil a espera de avanzar hacia algo moviéndose con cadencia. Esta peculiaridad la capacitaba para pensar frecuentemente en cómo escapar de ellas, en cómo aprovechar las más cortas o las más rápidas o en cómo no salirse de control y evitar las frustraciones que provocaban. Aprendió también a hacerlas con gusto y ...