José quería estar cual nube que acaricia pero se sabía una fotografía en partes velada, que se dibujaba a capricho de ella y también por ella quedaba vacío. Su desesperación era por delinear lo nublado para ver a Martha sonrisa... pero así, en su presente, carecía de herramientas para satisfacerla. Lo comprendió y cogió las maletas. Cuando ya estaba a miles de kilómetros comenzaron a formarse montañas a su alrededor, las raíces de ella le buscaban y trastocaban la tierra, cambiaban geografías.
Martha no sabía que extendía sus raíces... con la certeza de la partida de José sus semanas transcurrían con hiperventilaciones, mareos y vómitos, con incontinencia lagrimal durante las noches. Dejó de pertenecerse así misma y nadie lo notó.
Tampoco notaron la desaparición de José y él olvidó que la planicie se deformaba.
Andando por los pétalos de la vida Martha inhaló el susurro del viento. ¿En serio te aferrarás a él? Déjalo, es joven para seguir sus sueños... un segundo de ese aire y recogió sus raíces, un segundo de ese aire y comenzó el brote de alas.
Ninguno notó que eran el uno para el otro. Ninguno quería promesas a distancia. En el fondo ambos confiaban en un futuro encuentro, en lo casual, pero ninguno hizo nada por unirse mas que crecer por su cuenta.
Ambos dejaron encerrada a la sabiduría y se sintieron ligeros... aunque en noches de cometas las raíces de Martha brotan al lado de José y lo abrazan, mientras ella duerme mecida por la más cálida nube del sol.
https://soundcloud.com/mabel-carsot/martha-se-queda-y-jos-vuela-de
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