Y ahora toca evidenciar que mi memoria es lo que todos ya sabían. ¿Qué recuerdo? La silla, eso sí, la forma insistente con que tuve que acomodarme una y otra vez para ver, para no caerme, para evitar asfixiar. De fondo la gran pantalla con muchas cabecitas entre la imagen proyectada y mi persona. Joder, que era yo la que pedí ver esa película y ¿qué recuerdo? El viento, el viento, que no se ve directamente pero se sabe... El niño japonés y su mentor... Una idea, crear ideas, soñar ideas, apasionarse por las ideas, formarse para tener la capacidad, materializar ideas. Vivir por ideales, luchar por ellos y configurarlos. Si lo creado es destruido no importa, hay cosas que salen de nuestras manos destinadas al fracaso, no importa porque se vivió con sentido y placer al hacer lo que uno soñaba, y se encontraron en el camino personas con sueños compartidos. Al final la vida es viento y nosotros también.
Confabulaciones mentales del cotidiano