Ir al contenido principal

Az o tea



Mi azotea, con Pablo pintando, quemando, aventando incandecencias a la iglesia para no estallar. Mi azotea sin sostén por el día de la mujer y dos caballeros fotografiando: libertad gritada. Mi azotea con Ferry todas las mañanas cargando su silla, acomodándola y bebiendo café en olla de barro, respirando un México al que despierta con su violín chillidos de gato. Mi azotea con noches de amigos, tzikbales, vino o cerveza, con quienes hablan por los codos, discuten por el placer de hacerlo, o quienes, como yo, callan por aburridos y duermen temprano, intentando pasar desapercibidos. Mi azotea mirando a una casa en ruinas con algunos azulejos amarillos, azules, blancos, mirando Bellas Artes y la iglesia que descubre decaída, cuyo nombre nunca he querido recordar. Mi azotea presenciando las primeras reuniones de la maestría, de noche, con el miedo a caer y desaparecer que, creo, nos marcará por siempre. Mi azotea estrellada por botellas que algún pseudo poeta castiga, tan hijo de puta él. Mi azotea a las tres de la mañana, marcando la mejor luna naranja, y a las diez con el calor necesario para mi etapa de lagartija. Mi azotea con mi cuerpo encima, sintiéndolo todo, mi corazón que le sacude y menciona que el empuje es para besarla y hacerla sonreir. Mi azotea protectora de mi casa de los años 30 o 50 o no sé, mi casa vieja que caerá pronto, tal vez con algún vecino de ocho años que logre escapar de los escombros, y conmigo lejos, añorándola durante ratos de ocio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Proemio, pinturas de transición

 

José monólogo

Labios higos con dulce de leche, labios chocolate derretido, labios azucena y miel, tan públicos, tan públicos y poco míos. Y esos ojos con ausencia de mí, tan almendra negra que vela a las almas tristes. Mi cuerpo extraña tu abrazo, ese contacto suave y firme de suspiros profundos. La cobardía me cubre casi en la totalidad, solo mis dedos, que escriben este texto, han quedado desprotegidos y se sublevan, pero qué pueden hacer esos pequeños frágiles que se entumen todas las mañanas. Te hubiese gustado estar aquí, la nostalgia bajó hoy por las montañas en forma de neblina y nos cubrió a todos. No alcanzo a ver nada a mi paso, solo luces borrosas en una calle trémula e indiferente. Me imagino que hoy es luna llena y tú no la verás, preferirás quedarte en casa porque escuchaste que en noches de luna llena la bestia se apodera de todos y los índices de crímenes y accidentes aumentan. Te gusta creer tonterías y entonces no estarás caminando bajo la misma luna por la que apenas si a...

E agora José?

A propósito do poema de Carlos Drummond de Andrade José acorda e fica na cama, minutos, sem pensar em nada, horas, com a mente detida num ponto branco, anos que se esgotam exigindo o início, uma segunda oportunidade, para remendar os erros, embora os fios acabaram. Existe a certeza de que esse corpo tem vida pelo movimento quase imperceptível do seu peito. Se não fosse pela fome, sintoma subtil de quem ainda quer andar, seria como um dos imortais de Borges: Seria como aquele inextinguível que fica deitado no chão sem se mover, sem se importar com a chuva, com o frio ou com o calor; como aquele eterno que permanece com um ninho no ventre, com a pele cinzenta, sem falar, tentando esquecer a vida. Só pela exigência do corpo, forte fome, é que se põe de pé, vagarosamente, e volta a caminhar. Na rua, as pessoas olham para ele com pena. Às suas costas o rumo dos homens o trata por perdedor, vencido, e é o que ele é. Antes, há séculos, todas as mulheres o admiravam, gostavam do brilho no...