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Quito inicio



-No son 5 minutos niña, entienda, eso está a una hora-

Luego de una pelea casi a muerte con los que yo creía eran los tercos taxistas, comprendí que me mandaron mal la dirección. Quince minutos después, al intentar por todos los medios abrir la última puerta para ingresar a mi nuevo hospedaje, di cuenta de que no avisaron de mi llegada. Cinco horas más tarde, tal como imaginé, el chofer ni paseó sus luces por la casa. A punto del drama incitado por mi menstruación, triste por el frío y el resfriado que me envolvió, justifiqué la falta de atención a mi persona, y hasta ahora no le he dado mayor importancia conscientemente.

Los tres primeros días andaba con el cuerpo hormigueante y la cabeza suspendida, presionada. Sonreía pero no entendía que ya trabajaba, que era extranjera. El malestar, me enteré después, era por el mal de altura, una inyección bastó para volver al piso y apreciar tan lindo cielo. La inyección y encontrarme con Alex de la Iglesia en un cine comercial, o conocer a Adriana y sentirme tan ella y tan acompañada, o charlar con Pablo y su padre sobre la vida en el país, escritores, experiencias. La inyección o cualquiera de las cosas que acompañaron a mi almita fueron quienes me devolvieron el aire que se quedó en alguna de las nubes por las que pasamos.

Aquí consideran que la Piedra del Sol mexica es el calendario Inca, patrimonio del Ecuador, y muchísimas playeras tienen el estampado así, como si no importaran los barbarismos. Percibí que la cantidad de música mexicana que escuchan es mayor que en el propio México, le entran al pop y a las rancheras principalmente.  México lindo y querido si vienes a estudiar, aunque no lo comprenden porque sienten que su sistema educativo es de menor calidad, pero si vienes a trabajar seguro le quitaste la oportunidad a alguien y las miradas reprobatorias suelen aparecer. Sí, soy estudiante...

¿Y es muy diferente a México? Antes todo era tan parecido que temía estar en la matrix. Las calles y personas, comercios y precios, tratos y maltratos, tan iguales a mi casa, pero sin que estuviera lo que esperaba, sin que mis amigos y familia salieran a mi encuentro, por eso algo andaba raro. ¿La dimensión desconocida? Si no en realidad la verdad es que si, desconocida, una dimensión superpuesta a la anterior. Hay una iglesia que se llama Shaday, y al principio, cada que pasaba, decía Shadi. Todos se llaman Pablo acá, todos. Veo mucho de lo que le disgusta a Benjamín y me río. Extrañar a un Inti no da tiempo porque siento que ya está aquí, aunque si no llega estoy lista para subirme las enaguas y ser bien macha. Tan parecido que me dicen que parezco costeña, pero tan diferente que preguntan de qué país vengo. Si esto fuera un país musulman o Japón o Inglaterra, o cualquier cosa radicalmente diferente a mi "patria", pero no lo es y tengo que recordar constantemente que no estoy, que estoy pero no en donde antes, que es diferente aunque las apariencias de mis pocas semanas aquí me engañen. Que aunque contradiga el párrafo anterior no soy María Belén como creo todas las belenes de acá se denominan, que mi Martha sigue teniendo presencia y hay que defenderla.

Hace dos pares de días miré las montañas y por todos lados bajaba neblina, invadía lentamente, a su ritmo. Cada espacio libre se perfumaba de blanco. Por primera vez me vi en otro país.



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