Me pidió que escuchara con cuidado, que estaba equivocada. Error: abrir las piernas y cerrar el corazón. Doble error: abrir el corazón y cerrar las piernas. El peor error: no abrir nada. Y ahí, entre el día frío y deslumbrante, y la noche llena de canciones de Chavela Vargas, entre metro bellas artes y metro universidad, entre proyectos inacabados y frustraciones que depositar: saliendo con imposibles, con quienes tenían pareja, eran muy jóvenes, eran vírgenes, adictos al alcohol o al trabajo, no tenían dinero, se encontraban a miles de kilómetros de distancia o simplemente no les interesaba más que para pasar el rato. Imposibles para mi, para pensarlos a futuro, para abrirme. Sin sexo no tenía tantos problemas, generalmente me bastaba mi imaginación, mi mano y ahora, más frecuentemente mi consolador morado. Y más que el amor, caray! extrañaba tener olores cerca, olores de cariño, de esos que llenan el cuerpo con una sensación de bienestar vibrante. Extrañaba los abrazos y la intimidad...
Confabulaciones mentales del cotidiano