Como toda buena mujer de su época, Martha adquirió una histeria. Nunca pudo recordar en qué momento sucumbió al encanto, pero cree que su madre y la televisión tuvieron que ver. En la historia de las histerias se ocultan sus orígenes pero por más que intenté, no los pude inventar. Posiblemente al inicio de su comercio sólo eran para mujeres. Se volvió un boom, todas querían una y su practicidad invadió a los hombres. Para que los masculinos no se sintieran femeninos, les dieron a sus histerias el nombre de histerios. Dado que las histerias y los histerios eran una especie de ciclo lento de reproducción y crecimiento, y la demanda que tenían aumentaba considerablemente, poco a poco surgió la idea de su posible extinción. Claro, se producía un escándalo cada que se advertía del peligro, y es que vivir sin ellas atentaba contra los códigos de comportamiento de una civilización que se jactaba de la carencia de salvajismo o brutalidad entre sus miembros. La relación entre la...
Confabulaciones mentales del cotidiano