Se le ve con las facciones tensas, intentando traer al corazón la sensación en sus pies siempre caminantes, andantes de pueblos y riveras. Esos pies poco cansados y más bien entusiastas de recorridos. Esos que ahora le son inservibles. Colocaron su silla de ruedas frente a la imagen de una mujer morena de mirada intensa y sonrisa confiada. Todo el día la mira recordando sus ayeres de movilidad, el pasado. Secretamente ella también le observa con curiosidad y la compasión hace que abandone su espasmo. Él por segundos descuida su dura cara y se sorprende, le quiere, le deja. Ella sin apuro ni extrañeza extrae sus ojos y los une a los suyos. Emprenden el vuelo. A lo lejos y a lo cerca se extienden panoramas y fríos blancos de cristal, verdes húmedos de grandes árboles, azules claros por la profundidad, grises apurados de edificios humeantes... caminos por el cielo que le llevan a todo y lo devuelven a su silla. Lo encuentran como nunca, la Mona Lisa en su sonrisa y unas cue...
Confabulaciones mentales del cotidiano